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viernes, 27 de enero de 2012

Soy un acondicionador...

...pero no del pelo. Gestos sencillos de los que no nos damos cuenta, otros de los que nos hacemos conscientes, pero quizás sean las prisas del mundo en el que vivimos y los agobios diarios que nos cortan la respiración por no llegar a tiempo a hacer todo lo que tenemos que hacer.

Bueno, ya he mantenido cierta tensión con el inicio de la entrada para contar un hecho que yo pienso que no es insustancial si uno piensa cuantas veces se produce con distintos elementos. Y es el siguiente: reprobamos muchas veces a nuestros hijos cuando en realidad están haciendo uso de su capacidad para experimentar y adquirir conocimiento y habilidades. Todo por que nos causa cierta incomodidad, más relacionada con la prisa en la que nos movemos que por que esos locos enanos estén haciendo algo indebido. El mero hecho de que tu hijo le de por anudar las bolsas de plástico y aunque sea de sus juguetes pienses lo que te costará deshacerlo ya te pone en la actitud de padre-reprobador por una acto que es pura experimentación del mundo.


Mal, poco a poco vamos minando la capacidad de tener iniciativa, experimentar, disfrutar con la acción, imaginar y conocer.