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miércoles, 9 de octubre de 2013

Estamos muertos.

Estamos muertos. Caminamos y no encontramos calidez en nuestros actos. La responsabilidad nos agobia, la mente no encuentra descanso. No hay amor ni sentimientos que calienten el cuerpo, no hay una chispa de imaginación ni un prometedor pensamiento que ocupe nuestra mente. No hay decisiones limpias, todo queda impuro y condicionado por una forma de ver y entender el mundo que nos hace movernos sin parar como si de esa forma, y solo de esa, pudiésemos mantener el equilibrio. No tenemos agallas para coger el control, para dejar de sentir lo que no queremos, lo que nos han metido tan dentro, tan profundamente dentro, que ya no sabemos diferenciarlo de nosotros mismos. Nos da miedo concebir que podamos andar por otro camino de tan marcada que tenemos la senda por los que nos precedieron.

Y mientras andamos y andamos y seguimos andando sin parar, nuestro destino nos alcanza cuando las suelas de nuestros zapatos ya están completamente desgastadas. Y no podemos hacer ya nada, viendo como no tuvimos un momento para parar y mirar y ver quienes somos.

domingo, 6 de octubre de 2013

La hojita

No soy más que una hojita que arrastra la corriente, se arremolina en las turbulencias y retorna a bajar, sube y baja al son de la abrupta corriente,  suave ahora y abrupta de nuevo...


¿Qué es la vida? No tenemos tiempo para vivir. La máquina nos engulle más que nos libera.
Taishen Desimaru
La práctica del Zen 

Decía Mester Eckart, parafrasándolo, que "Los demonios que quieren llevarnos no son más que ángeles a los que nos resistimos al no aceptar la muerte". No conseguí entender a Mester Eckard si no a través de los libros de Erich Fromm y sus interpretaciones. En casa tengo muy manoseado "El triunfo de la nada" que compré, creo, en una terminal de aeropuerto.

En la película de terror de titulada en España "La escalera de Jacob"  aparece un personaje que es el quiropráctico del protagonista. A lo largo de la película le suelta varias citas de Mester Eckart para guiarle en su búsqueda del entendimiento. Aparecen demonios que quieren arrastrarlo al infierno, hasta que entiende que realmente está muerto, y los demonios aparecen ahora como ángeles que le llevan...


Bueno, creo que con esta entrada me he repetido un poco.

El libro de La practica del Zen es un buen manual de zen y escrito para mentes occidentales. Explica sucintamente la práctica del Zen y el significado de algunos koan, pienso que es una buena guía de iniciación. Después habrá que encontrar un maestro, yo todavía no lo he encontrado.

La cabecera de esta entrada es lo que me ha venido a la cabeza mientras escuchaba un solo de piano de George Winston. Me gustaría ser esa hoja que simplemente se deja arrastrar en vez de estar luchando y no ver demonios donde en realidad hay ángeles. Conocer realmente lo que soy para poder parar el tiempo y que la máquina no me engulla. Entre tanto, de vez en cuando, retomo la meditación que suelo olvidar cuando la máquina me atrapa e intentar, sin mayor intención, dilucidar qué es la vida.

Ken Robinson habla del elemento, aquello para lo que somos más aptos. Aquí, la maquinaria se encarga de matarlo y evitar que comprendamos quienes somos y busquemos nuestro elemento. La máquina, la escuela, no es un buen lugar para conocerse a fondo. Si estás capacitado para, por ejemplo, ser escritor, la escuela no va a sacar esa faceta tuya. Es un rodillo nivelador que coloca a todos a la misma altura. Los superdotados solo interesan por sus aptitudes matemáticas.

La creatividad y otras habilidades están fuera de la escuela, heredera de la que se creo en los albores de la revolución industrial. Una escuela que capacita a los obreros con unos saberes prácticos para la cadena de montaje. El trabajo, tal como está ahora, es un entorno altamente deshumanizado. Se compra y se vende el tiempo, ese que nos falta para vivir. Hay intermediarios que sacan tajada de ese intercambio.

Muchos de nosotros estamos en esa situación en la que se mercadea con nuestro trabajo y donde empresas sacan pingües beneficio colocándonos en clientes. Es el sector de la informática el que más conozco y los casos de cesión ilegal, en el que grandes empresas conocidas son cómplices, es de lo más habitual esta práctica.

Estamos en los inicios del siglo XXI y la maquinaria que nombra Taishen Desimaru está muy bien afinada. Tenemos somníferos para descansar, consumimos para aliviar la angustia de sentirnos nada, mientras la maquinaria nos trata como cosas, manipulándonos, eliminando cuanta humanidad hay en nosotros y en la misma medida anulando la capacidad de saber quienes somos.

No me parece anecdótico el caso de Díaz Ferrán. Los que manejan la maquinaria mienten y manipulan. Este señor propuso muchas cosas que iban en detrimento de los trabajadores, de un sueldo justo y de tener tiempo libre, tiempo es vida. Mientras, desfalcaba, vaciaba el capital de las empresas, estafaba a clientes... el signo del capitalismo.

Si alguien te pide compromiso con la empresa mal vamos. Mi jefe es muy manipulador y se piensa que soy imbécil, sé que no me subirán el sueldo o la categoría nunca ni que me darán nada que sea un ascenso. Dejaré que siga pensando que soy un imbécil, ya sé que mi futuro no está en la informática, que no haré carrera en mi empresa y que tampoco quiero ascender en la escala de la deshumanización. Lo digo por que mi empresa es como un campo de concentración ponle tu el nombre que quieras, en donde asciendes si eres más malvado y sádico con los prisioneros y el más malvado, sádico y psicópata es el director del campo. Intentaré mantener la dignidad y tener confianza en el futuro, no tener miedo. El miedo cercena la creatividad y convierte a los ángeles en demonios.

La maquinaria te vende somníferos y cosas para que seas feliz, te ha enseñado que ahí está la felicidad: tanto tienes, tanto vales. Funciona tan bien que no te planteas nada, tu futuro y realidad se basa en ganar más y tener mejor casa y coche. No te planteas además, por que, desde la escuela, estás muy condicionado a estudiar una carrera, a no arriesgarte, a no coger las riendas de tu vida y seguir el camino trillado.

Hoy pocas carreras ofrecen salidas laborales. No hay trabajo, por lo que está muy devaluado: mucha oferta de capacidad laboral y poca demanda. Esto tira a la baja el precio del trabajo que son nuestros salarios y nuestro tiempo. Nuestro tiempo es vendido como las frutas, hortalizas y demás productos del campo. Un informático, hoy en día, es como un agricultor: los intermediarios se quedan con la mayor parte del beneficio y quedan migajitas para llegar a fin de mes.

Le vendemos el alma al diablo, y el cuerpo, la cascara que queda, se queda en la línea de producción.

Mejor arriesgarse, buscar aficiones, intentar parar el tiempo, dejar aparcada la necesidad de sentirse algo a base de compras y arriesgarse no acallar las voces con somníferos. Si no duermes bien, ¿qué está pasando?

Nos toca vivir una época difícil, es momento de que nos pongamos codo con codo a colaborar e intentar no engrasar más a la maquinaria. Dejar de pertenecer a este matrix que se alimenta de nuestra energía vital, no dejar que nos quiten lo más preciado, que el cuerpo no quede como un cascarón vacío. Hay que hablar y reunirse, sentirse en comunidad y sentir al otro.

Escupida esta entrada, ya en otro momento intentare pulirla un poco. Si han habido faltas, ya lo revisaré.

Gracias Raquel por haber compartido este vídeo, ideal para el momento:


¿Bailamos? por dm_523e02e4c6a97