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jueves, 11 de julio de 2013

Pastoral

Autobús de camino al trabajo y Pastoral Americana de Philip Roth:  evoco a los negros americanos en los campo de algodón. No, la novela no va de la vida en los campos de algodón, simplemente evoco a los negros americanos en los campos de algodón y a la lucha por la libertad de los esclavos. Evoco la España agraria y agría de los señoritos y los latifundistas, a los obreros de las fábricas de otra época y comparo con la nuestra actual de paro endógeno.

Una persona desempleada cae en la desesperación sola sin nadie que comparta su estado, un grupo amplio y acogedor que soporte su mismo destino. Los obreros en las fabricas sufrían juntos penosas condiciones y eso les permitía concebir un destino, una conciencia de clase, un objetivo definido en la lucha por mejorar sus condiciones. El desempleado se deprime, es un reo alojado en una celda que el mismo va estrechando en su mente cayendo en la desesperación que conduce a la lánguida depresión, al pensamiento de querer desaparecer totalmente al sentir que ya ha desparecido para la sociedad. Y la sociedad no hace nada que no sea hundirle más. El desempleado, el parado, lo es por que no vale, no sirve para esta sociedad. No ha puesto los medios, no se ha esforzado, no es lo suficientemente válido. No encaja dado que su trabajo no puede ser vendido, nadie lo compra. No hay sitio para él, administraciones se esfuerzan en que piense de esta forma. Hablan de La cultura del esfuerzo aquellos que ya no se esfuerzan y quieren que lo hagan los demás y buscan excusas para aumentar sus réditos. Nadie habla de la cultura de la solidaridad, empatía y compasión, del aunar esfuerzas de la colaboración, del destino único de todos los hombres y mujeres.

El servicio de empleo de La Comunidad de Madrid es más dinámica con aquellos que cobran el desempleo que con  los que ya no lo cobran. Estos ya están fuera, no preocupan ni interesan. En cambio, los otros cuestan un dinero a las arcas públicas, esas que no se han preocupado por proteger. Y el parado se siente más ajeno a una sociedad que ya no le quiere, que no tiene un sitio para él. Y no puede crear conciencia de clase porque en su casa se está hundiendo poco a poco en el pozo de la depresión, esfumándose con cada minuto que pasa sin luchar, solo y alejado de otros que están en su misma situación y comparten su misma mala suerte.

Ya no hay lucha, hasta ese derecho nos han quitado.




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