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sábado, 18 de julio de 2009

El placer en la vida

Esta mañana me he puesto una camiseta barata comprada en el carrefour con una frase en inglés que yo traduzco como "intenta crecer de la mejor forma". He vestido a mis hijos y me he marchado al parque pensando en esta entrada para el blog. Llegando me he sentado en un banco, he sacado una libreta, y he empezado a escribir a pesar de las continuas interrupciones y reclamos de mis hijos.

Mi intención era escribir acerca de las esperanzas que nos marcamos en la vida y, que andando el tiempo y ver que muchas de ellas no se van cumpliendo, nos van creando cierto poso de frustración. Pero he empezado escribiendo acerca del placer, el sentimiento que ocurre cuando satisfacemos nuestras necesidades.

El ser humano, como animal que es, se mueve buscando el placer. La vida nos debe de resultar placentera y cuando no obtenemos suficiente placer se nos hace insufrible. Beber agua cuando tenemos sed nos causa placer, como comer si estamos hambrientos. El cuerpo nos pide que cubramos estas necesidades básicas cuya satisfacción viene sucedida de sensaciones placenteras. Funciones básicas dadas por nuestra esencia animal y necesarias para la vida, como el sexo necesario para el mantenimiento de la especie, a pesar de que se haya sofisticado en el ser humano y no responda directamente a su función inicial.

Supongo que una vida sin el suficiente placer es una vida insoportable. Y una vida insufrible debe de requerir que de alguna forma respondamos anulando toda esa carga de displicencia bloqueándola. Supongo también que es por eso por lo que muchos anulamos nuestra conciencia en distintos grados buscando un entretenimiento continuo, bebiendo alcohol o tomando distintos tipos de droga.

La vida es agradable si resulta placentera, y es placentera si cubrimos ciertas necesidades físicas y emocionales: comer, beber, sentirse en comunión con otras personas, sentir amor propio y ajeno.

Una vida sin placer es una vida desagradable que se mantiene en la expectativa de un placer que le ha de llegar o que se mantiene en la anulación de toda sensación, dolor, conciencia que permita sobrellevarla, o que se mantiene con la búsqueda del placer en el dolor y en la visión de lo negativo.

Viendo a mis hijos jugar ahora en el parque, me doy cuenta de lo importante que es el placer. Para ellos, la vida es juego y no tienen nada más placentero que entregarse a ese juego. Se entregan a la vida entregándose al juego. Esa aptitud tan sana de entrega al placer es la que a veces perdemos y debemos de aprender de nuevo, entendiendo quienes somos y cuales son las necesidades que tenemos que satisfacer para la obtención del necesario placer al que tenemos derecho en nuestras vidas.

2 comentarios:

  1. Segun lei de Miguel Ruiz en varios de sus libros. Venimos a este mundo para vivir y ser felices. Todo lo demas son artificios y ensoñaciones cruentas de mentes retorcidas para provocar el efecto contrario. Pero mira tu, que les hemos "pillao" en tan malsana intencion. Gracias por tus articulos. espero que sigan publicandose.

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  2. Estoy de acuerdo. Podemos estar más o menos contentos por que la vida nos va trayendo distintas experiencias a cada momento, pero hay que buscar el camino que sea más coherente con lo que somos y nos aporte esa dosis de felicidad y goce necesarios para que la vida tenga sentido. Es fácil decirlo, pero ¿cómo hacerlo? No hay recetas para ello y es dificil en esta sociedad que nos vende competitividad, consumo. Yo creo que más que vivir lo que hacemos es consumir la vida: consumimos ocio, entretenimiento.

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